miércoles, 17 de enero de 2007

Una Maravilla Natural
















Corredor Biológico Chichinautzín
El Bosque que Desaparece

Gerardo Carreón



Los bosques con grandes masas forestales de los alrededores de la Ciudad de México, deben ser considerados y valorados en el justo papel que desarrollan en la vida diaria de los habitantes de la gran ciudad a la que brindan servicios ambientales, como la captación y filtración del agua de lluvia que llega a los mantos acuíferos de la ciudad y los sitios de esparcimiento, de descanso y de saneamiento de la calidad del aire ¿Nosotros valoramos estos recursos?

Un ejemplo que destaca la importancia de los bosques en el centro del país es el Área de Protección de Flora y Fauna Corredor Biológico Chichinautzin, el cual integra en su superficie a los Parques Nacionales El Tepozteco y Lagunas de Zempoala, con un área total de 66,092 hectáreas, comprendida dentro de los estados de Morelos, México y el Distrito Federal. Esta región es identificada por un gran número de ha-bitantes de la Ciudad de México, como el ejemplo típico de un bosque con árboles de pino, encino y oyamel, en don-de experimentan un clima templado húmedo en altitudes de más de 3,000 metros sobre el nivel del mar.

Parkswatch visitó el área pro-tegida del Corredor Biológico Chichi-nautzin que se localiza en la región biológica del Eje Neovolcánico Transversal. La zona es considerada como uno de los principales centros de endemismo, o sea que varias de las especies que se encuentran en el lugar sólo vi-ven ahí o en el territorio de la República Mexicana. Ejemplos de algunas de estas especies son el gorrión serrano (Xenospiza baileyi), la gallina de monte (Dendrortyx macroura), la víbora de cascabel de bandas (Crotalus transversus), el ajolote de Zempoala (Rhyacosiredon zempoalensis), los ratones (Neotomodon alstoni) y (Reinthrodontomys chrisopsis). Otra especie endémica y representativa de esta sierra montañosa es el conejo zacatuche (Romerolagus diazii), que se encuentra en peligro de extinción por la destrucción de su hábitat.

En nuestra búsqueda de información acerca de la región que visitamos, nos enteramos que el corredor, des-de el punto de vista biológico, tiene un papel relevante en la contribución a la biodiversidad del país. Alberga alrededor de 850 especies de plantas y unas 350 especies de vertebrados terrestres, de las cuales 325 especies de plantas y animales son endémicas. También descubrimos ¡qué la región constituye la principal fuente de recarga de los mantos acuíferos de la Cuenca de México y Cuernavaca! Se estima que el 75% del agua que se consume en la Ciudad de México, depende de la recarga de los mantos acuíferos de las zonas boscosas que la rodean.

Otro punto muy interesante del cual pudimos darnos cuenta, es la re-lación que se puede generar en un ecosistema como el Corredor Biológico Chichinautzin y la Ciudad de México con sus más de 20 millones de habitantes. Nosotros observamos cómo los visitantes disfrutan de los lugares arbolados, de los sitios de descanso y recreo, además de poder realizar deportes al aire libre como caminatas y ciclismo de montaña y desarrollar actividades educativas y culturales. Para otras personas que no gustan de estos pasatiempos o que sus actividades citadinas no les permiten tomarse estos espacios, es muy importante tener en mente que día a día también disfrutan de los servicios ambientales de los bosques. Tan trillado, pero tan sencillo como poder tomar un vaso de agua.

En nuestro viaje por el corredor biológico nos encontramos con bosques de pinos (Pinus montezumae, P. hartwegii), bosques de encinos (Quercus laeta, Q. deserticola), bosques de oyamel (Abies religiosa), los pastizales como el zacatonal subalpino (Festuca tolucensis, Muhlenbergia macroura, M. quadridentata), y en las praderas con pastizal de (Potentilla candicans, Astragalus micranthus), por mencionar algunas especies. En este ecosistema, los pastizales son un tipo de vegetación que se establece donde los bosques de coníferas han sido perturbados por actividades agrícolas y pecuarias.

Además de toda esta diversidad de fauna y flora, encontramos diversas situaciones que son adversas a los fines de conservación del área protegida. Prácticas como la tala ilegal de árboles y una situación muy singular que mata lentamente a los árboles de pino, son los cortes de la base del tronco hechos por los visitantes y habitantes locales, para sacar el famoso “ocote”, que no es otra cosa que pedazos de madera impregnados de la resina del pino, que es fácilmente inflamable, lo que hace muy apreciado el ocote para encender fogatas.

En lugares cercanos a las Lagunas de Zempoala y en los alrededores del volcán Pelado se extraen grandes volúmenes de tierra de monte para su comercialización. Esta actividad origina la pérdida de suelo y los bancos de semillas acumuladas por cientos de años. No menos preocupante es la extracción de roca de los derrames de lava, de volcanes como el Chichinautzin, que es utilizada en la construcción y para su venta en fábricas que la transforman en asfalto. Este tipo de aprovechamiento no planificado destruye el hábitat de especies endémicas como la lagartija (Sceloporus anahuacus) y la culebra (Toluca lineata).

La cacería ilegal de fauna silvestre es una actividad ampliamente practicada por los pobladores de la zona; nosotros lo constatamos al toparnos con tres cazadores a caballo en la zona del Chichinautzin, aproximadamente a las 4:30 de la tarde. A esta amenaza se suma la inseguridad que existe en los caminos y en la propia área protegida, donde frecuentemente se reportan asaltos a mano armada. Mientras que estos encuentros desagradables son comunes, la presencia de los guardaparques no es muy evidente en zonas apartadas, sólo en áreas con afluencia regular de turistas se pueden ver algunos de ellos.

Es poco probable que la gente que realiza actividades ilegales dentro del área protegida, tenga idea de los efectos tan graves que pueden causar. En el corto plazo podríamos experimentar situaciones como la extinción de algunas especies, muchas endémicas, debido a la fragmentación tan severa de los bosques, e incendios fuera de control que ya se han presentado en años anteriores, causados por las actividades agropecuarias y fogatas de turistas. Pero lo que nos debe preocupar además de estas amenazas, es perder un ecosistema tan rico que tenemos los habitantes de la Ciudad de México “a la vuelta de la esquina” y que nos proporciona múltiples servicios ambientales.

Como lección de este recorrido a-prendimos que cada uno de los habitantes de la Ciudad de México, podemos y tene-mos algo que aportar para conservar los bosques que la rodean. Algunas acciones básicas son no dejar fogatas encendidas, no dejar tirados los empaques de lo que consumimos y otras clases de basura que llevemos con nosotros. Además, todos podemos sumarnos a campañas como la de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (PROFEPA) “Guardián de Nuestros Recursos Naturales”, llamando y denunciando actividades ilegales como la cacería, tumba de árboles y extracción de recursos naturales al teléfono 01-800-7-70-33-72.

Sitio Web (URL): http://www.parkswatch.org

Autor(es): Gerardo Carreón